viernes, 16 de marzo de 2012

El Legado Histórico de Sandino




A- Veneración y respeto a los héroes y mártires.
La veneración y respecto a los héroes y mártires tenían para Sandino un sentido práctico: imitarlos en la lucha, significaba garantizar la soberanía nacional, porque en el combate pasado y presente, en su mantenimiento perenne, descubre la clave para evitar la desaparición de la soberanía de un pueblo.

Por ello dice: «Combatir, combatir y solo combatir, he ahí nuestra única misión, nuestro más alto deber. El sometimiento y la quietud solo nos pueden acarrear el descrédito y la desaparición como pueblos autónomos.

Sandino y Moncada son entonces polos opuestos; expresiones de intereses de clase diferentes: la posición del segundo es una manifestación concreta del sentir de los oligarcas que, aunque aborrecen a los pueblos, se sirven de ellos para enriquecerse a su costa, la sangre de los patriotas se derrama solo en aras de hacer realidad las aspiraciones de las grandes mayorías.

Consideraba un deber patriótico el respeto y la veneración a los héroes y mártires, juzgando que ello era clave para hacer frente al invasor yanqui. No fue por albur que estimaba su propia lucha una continuación de la que en 1912 librara el General Benjamín Zeledón, héroe del Coyotepe y la Barranca en contra.

B- Poder nacional revolucionario. 
El héroe de las Segovias siempre sostuvo la necesidad de un poder nacional basado en las fuerzas e intereses del pueblo. 

Su nacionalismo no fue ingenuo; no encerraba la creencia errónea en que no importaba quien gobernara el país, con tal que fuese nicaragüense.

Más no hay nada que se aleje tanto de la verdad, como esta creencia, ya que, como el mismo aclara, percibe la causa de Nicaragua desde sus dos aspectos:
            -Primero considerándola dentro de la nacionalidad latinoamericana; y
            -segundo lo relativo a la política interior del país.

Sandino no se confunde en modo alguno: sabe que los intereses de los oprimidos son contrapuestos a los de los opresores, y solo en la medida en que se comprenda el carácter antagónico de las relaciones establecidas entre clases opuestas, se puede garantizar el triunfo de la causa antiimperialista.

De esta suerte, el objetivo estratégico que tuvo siempre en mente, consistió en que el pueblo tomara las «riendas del Poder Nacional», previo a la expulsión de invasor yanqui del suelo patrio, lo que planteaba ya la hegemonía popular en la conducción de la lucha.

A su vez Carlos Fonseca, su indiscutible continuador, llamaba a que la lucha contra la dictadura militar somocista, como expresión real de los intereses del imperio y de los opresores locales, estuviera hegemonizada por el FSLN, y no por los opositores burgueses.

C. Democracia.
Para Sandino la contradicción entre el carácter social de la producción y el carácter privado de la apropiación del resultado de la misma, era la causa de la injusticia reinante entre los hombres y de la lucha de clases.

En un plano más profundo de la comprensión de las cosas, sus escritos evidencian que , para él, la causa fundamental de la explotación del hombre por el hombre descansaba en el hecho real de que unos cuantos hombres eran los dueños de los medios de subsistencia.  Así declara: «La tierra produce todo lo necesario para la alegría y comodidades del género humano, pero por largos millones de siglos, la injusticia se enseñoreó sobre la tierra y las grandes existencias de lo necesario para la vida del género humano, han estado en manos de unos pocos señores, y la gran mayoría de los pueblos careciendo hasta de lo indispensable, y quizás hasta se han muerto de hambre, después de haber producido con su sudor lo que otros derrochan con francachela.

Su concepto de democracia no estaba separado de la justa distribución de la riqueza, y para ello promovía la producción basada en las cooperativas, en donde un socio era un voto y de esta manera se establecía una forma democrática de relación social y productiva.

D- Antiimperialismo. 
Su antiimperialismo  no se reducía a la mera expulsión de los marinos yanquis de Nicaragua; trascendía este objetivo; entrañaba mucho más que eso.

El antiimperialismo suyo, era integral, se contraponía a todas las formas de explotación impuestas desde afuera y, en ese mismo grado, a la que se ejercía directamente por las clases opresoras criollas.
No obstante, Sandino comprendía que, en el momento en que a él le correspondió encabezar la lucha del pueblo nicaragüense contra la intervención yanqui, se hacía necesario contemplar esa lucha desde una óptica nacional.

Significa que, aunque su objetivo final haya sido la destrucción del poder de los opresores en general, se planteaba la Unidad Nacional más amplia posible para hacerle frente al enemigo fundamental de los pueblos: el imperio yanqui y, sobre todo, a la forma en que dicho dominio se realizaba en Nicaragua; es decir, al régimen de ocupación militar del país por parte de los marinos yanquis.

Su antiimperialismo no era extremista, sino realista, apreciaba con claridad el momento histórico.

Esta política flexible que Sandino definió permitió al EDSN lograr el apoyo de distintos sectores del pueblo influenciados por el liberalismo, pero que tras la traición del Espino Negro del 4 de mayo de 1927, comenzaron a ver en Moncada a un traidor, reorientando la lucha nacionalista por el partido liberal.

E- Internacionalismo. 
Su internacionalismo no se contraponía, en ningún sentido, a su nacionalismo.  La razón de ello estriba en que el héroe era nacionalista porque se oponía a cualquier injerencia extraña en los asuntos internos de Nicaragua, ya que ello atentaba contra los intereses del pueblo nicaragüense, le despojaba de sus riquezas, lo explotaba inhumanamente y lo obligaba por la fuerza de las armas a aceptar este orden injusto de cosas.

Si los patriotas sandinistas lograron la expulsión del invasor fue porque la lucha armada que en contra de este libraron gozó del apoyo solidario de los pueblos.

El internacionalismo de Sandino planteaba un Frente Único, extensivo a todos los pueblos y gobiernos latinoamericanos. «La América Latina –decía- unida, se salvará, desunida, perecerá». Y llamaba a luchar por esa unificación como medio para asegurar la verdadera independencia de nuestros pueblos.

Advertía que los imperialistas no se contentarían, sino hasta haber conquistado toda América Latina.

Concluía que es a los pueblos a los que, en última instancia, corresponde detener el avance del imperio.

Pero su latinoamericanismo era solo parte integral de su internacionalismo; su lucha la concibe, por tanto, de carácter universal.

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