lunes, 21 de julio de 2014

Integración de Sandino a la Guerra Constitucionalista


En octubre de 1925, el ex presidente Emiliano Chamorro orquestó un nuevo golpe militar para recuperar el poder y en mayo de 1926 el movimiento liberal se alzó contra el nuevo Gobierno. Estalló entonces el conflicto civil entre liberales y conservadores en la llamada Guerra Constitucionalista. El general José María Moncada, al frente del ejército liberal, desembarcó en la costa atlántica y el ex vicepresidente Sacasa constituyó allí su Gobierno liberal. En el otro frente, los Estados Unidos obligaron a Chamorro a renunciar a la presidencia en favor del también conservador Adolfo Díaz mientras los marines desembarcaban de nuevo en Nicaragua para defender a su protegido de la insurrección liberal.
Enterado de los últimos sucesos en su país, el 16 de mayo de 1926 Sandino abandonó México e inició viaje a Nicaragua con el propósito de ingresar en el ejército Constitucionalista y acabar con la ocupación estadounidense. Llegó el 1 de junio y, después de visitar a su familia, se dirigió a la Mina de San Albino donde consiguió un empleo. En pocos meses logró reunir a un pequeño grupo de compañeros, la primera célula sandinista con la que daría inicio a su personal batalla dentro de la Guerra Constitucionalista. Armados con rifles adquiridos a traficantes hondureños, la columna de Sandino se alzó contra las tropas conservadoras en El Jícaro, un primer combate que a pesar de la derrota animó la vocación luchadora de sus hombres. En el mes de diciembre, Sandino se entrevistó con el general Moncada en Río Grande pero el jefe del ejército Constitucionalista le negó ayuda militar. A pesar de la decepcionante respuesta oficial, logró armas con ayuda de las prostitutas y los indígenas del puerto y emprendió el camino de regreso a Las Segovias. La guerrilla de Sandino, muy pronto engrosada por voluntarios procedentes de varias regiones, comenzó a cosechar éxitos en el frente durante los primeros meses de 1927.
El 4 de mayo, el delegado personal del presidente estadounidense Coolidge logró entrevistarse con Moncada y arrancarle la rendición a cambio de la promesa de auspiciar unas elecciones libres. Los generales liberales aceptaron el acuerdo y diez días después firmaron con el gobierno conservador de Díaz el pacto de El Espino Negro, que ponía fin a las hostilidades. Las tropas constitucionalistas entraron desarmadas en Managua el día 15 y, al día siguiente, los marines asumieron la organización de la Guardia Nacional y las funciones policiales en la capital. Sandino rechazó categóricamente el acuerdo y entendió como traición a la patria la rendición del ejército liberal. El líder guerrillero dirigió una circular a las autoridades locales de todos los departamentos para anunciar su determinación de continuar la lucha por la liberación nacional hasta la total retirada de las tropas norteamericanas de ocupación y, desde su campamento en la Mina de San Albino, emitió el 1 de julio su primer Manifiesto Político dirigido al pueblo de Nicaragua.
La captura de Sandino se convirtió, desde entonces, en el objetivo prioritario de los marines pero, después de varios combates, se retiró a El Chipote donde estableció una nueva base militar para dirigir la guerra de guerrillas. Allí se constituyó en septiembre de 1927 el Ejército Defensor de la Soberanía Nacional de Nicaragua, mientras en Managua EE.UU y Díaz acordaban, meses después, transformar la Constabulary en Guardia Nacional. Combatientes internacionalistas acudieron a la llamada antiimperialista de Sandino y el Ejército Defensor se pobló de estudiantes, trabajadores e intelectuales de toda América Latina para prestar su apoyo a la causa. En junio de 1928 se incorporó a las filas del sandinismo el dirigente comunista salvadoreño Farabundo Martí.
A finales de 1928 las tropas estadounidenses traspasaron la responsabilidad militar a la nueva Guardia Nacional mientras el prometido proceso electoral, supervisado por los marines, elevaba a la presidencia a José María Moncada, quien tomó posesión del cargo el 1 de enero de 1929. Consciente de que para enfrentar una guerra larga necesitaba armas y recursos, Sandino viajó a México para buscar, infructuosamente, el apoyo del presidente Emilio Portes. Los combates se sucedieron de forma ininterrumpida en los años siguientes, hasta que el 1 de enero de 1933 los marines anunciaron su retirada de Nicaragua. Ese mismo día, Juan Bautista Sacasa, vencedor de los comicios de noviembre, asumió la presidencia y Somoza tomó posesión de la jefatura de la Guardia Nacional. Tras la retirada del ejército estadounidense, Sandino aceptó una declaración de tregua y el 2 de febrero, después de ordenar el desarme a sus hombres, viajó a Managua para firmar un tratado de paz con el nuevo Gobierno.

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